Hay
instantes de paz tan ordinariamente simples que te salvan la vida.
Entonces se
transforman en hitos de felicidad fugaz,
diminuta e inmensa que toman una
relevancia extraordinaria si logras atraparlos para tí.
Son gestos y
momentos inconscientes de su valor terapéutico.
El “tots al
camp” me da más fuerza que las pastillas; la simplicidad obvia de “You and I” de Lady
Gaga me cobija más que un padrenuestro; el tercer gol de Fábregas recibiendo el
pase de Iniesta y mirando de reojo a Messi me ilumina la tarde oscura como ni
la palabra de Jesús podría hacerlo; Natalia disfrazada de ratoncito es una
inyección de sangre en mi corazón; Nicolás interpretando a un sauce es una grúa
levántandome del subterráneo del dolor; Isabel durmiendo a mi lado es el mar de
calma ante la angustia que dejan los restos del naufragio personal que se
avecina.
La tempestad
de la tristeza te deja ciego y te ahoga.
Así estoy:
ciego y ahogándome de a ratos.
Y si todavía
floto es gracias a estos (y otros) barquitos de papel que me transportan.
(Gracias Teddy Rocker por tu mensaje, espero que también tengas tus barquitos a flote)
Gracias a vos, "Mostro". Creo que tendré que releer Robinson Crusoe.
ResponderEliminar