domingo, 30 de mayo de 2010

ESTAMOS TODOS PERDIDOS, se terminó LOST

UNO
Ciencia ficción de buena calidad. Viaje en el tiempo recargado. La dimensión desconocida revisitada. El espíritu de Twin Peaks en estado mutante. Apocalipsis Now sin Vietnam. Y un sin fin de referencias más. Lost fue una gran novela visual larguísima y complicada. Con unos protagonistas lo suficientemente sufridos y fashion como incongruentes, que aparecen y desaparecen de la serie, sobreviviendo en la Isla o fuera de ella; viviendo en nuestros días o cien años atrás, todo da lo mismo o no. Lost tuvo un guión tan delirantemente inverosímil que por tal motivo lo hizo altamente atractivo, además de bien escrito. Y Lost llegó al final de su última temporada como algo mucho más que meramente un fenómeno de marketing o una exitosa serie televisiva (que ya sería un punto a favor). Lost fue, sobre todo, una obra de arte mediática moderna que podría haber sido un objeto de culto pero alcanzó la masividad. Una mega película de decenas de horas mejor dirigida, actuada, escrita, editada y producida en muchos de sus capítulos que varias películas que en los últimos 6 años han ganado varios premios. ¿ Por qué el fenómeno? ¿De qué trató Lost? De muchas cosas y de nada. Lost trataba de lo que uno mismo pudiera encontrar en ella y del significado que cada uno pudiera y quisiera darle. En definitiva, fue un modelo para armar laberíntico donde todos estábamos perdidos y los creadores de la serie apenas nos ofrecían 60 minutos semanales de entretenimiento y ficción que nos dejaban más dudas que respuestas. Más escenas inconexas que lógicas. Más confusiones que certezas. Que todo esto funcionara, tuviera rating, no dejó de ser un signo de los tiempos. Lost fue un gran show. Entertainment puro. Que, además, estuviera bien hecho, te atrapara y tuviera éxito comercial… es lo que lo hizo diferente.

DOS
Es tal la maraña de la historia de Lost que pareciera hecha sin querer. Sobre la marcha. Improvisando. Al revisar el capítulo final tiendo a pensar que no fue así, que JJ Abrams, Damon Lindelof y Jeffrey Lieber y su equipo son un genios y desde el primer día sabían de qué iba y como terminaría. Es probable que durante el trayecto de estos 6 años, le sumaron tantos desvíos y le agregaron tantas cosas que de a ratos perdieran el control. Sin embargo, en reglas generales, Lost fue un viaje tan maravilloso y perfecto como estúpido y enervante; todo tiene lógica o dispara decenas de teorías inexplicables. Y como decía al comienzo, Lost está plagado de referencias: bíblicas, matemáticas, científicas, filosóficas, psicológicas, literarias, musicales… Mensajes escondidos en cada rincón. Guiños en cada instante. O falsas pistas. Lost fue el fiel reflejo de la era que vivimos: donde todo se mezcla y a veces tanta sobre-información nos deja… sin nada, vacíos. Así, también, es Lost.

TRES
En Lost los muertos viven, los vivos parecen muertos vivientes. Todos sufren. Pocos sonríen. Todos huyen de algo. Muchos mueren y algunos poco nacen y no se sabe para qué. Buscamos al Candidato, al Monstruo, al Mesías, al Némesis… Y vivimos en dimensiones o realidades paralelas. Viajes en el tiempo. Flashbacks y flashforwards. Traiciones, mentiras, destinos cruzados, amores imposibles y miserias, mucha miseria humana. Lost es una montaña rusa de miseria humana. Muy fashion y hollywoodense, pero miseria al fin y al cabo.

CUATRO
Los fanáticos de la serie tendrán cada uno su personaje preferido. Pero lo cierto es que nadie es bueno-bueno ni malo-malo. No hay un plano unidimensional en los personajes. Todos están averiados. Mal. Imperfectos. Por eso hasta el torturador Sayd fue entrañable por momentos y llega a darte compasión y pena. Y el repugnante Bejamin Linus es… brillante. En la complejidad de su rol y de su vida condenada, de sus sentimientos, de su misión en la tierra o en la Isla, de su sentido vital, ha sido uno de mis personajes preferidos. Perverso y frágil. Cruel y decidido. Fiel a sus convicciones y torturado en su interior. Otra vez, un ser miserablemente humano. Y Jack, tan despreciado en su rol de líder -al margen que considero que la actuación de Matthew Fox es más que interesante- termina reflejando en su ser la impotencia humana y la inercia de la vida y la muerte sin obtener ni una puta respuesta a sus preguntas.
Hay fanáticos que han quedado fastidiados por el supuesto happy end de Lost. Hay quienes parecen pedirle a unos creadores de un show televisivo respuestas que ni siquiera le reclaman a sus líderes políticos o religiosos con tanta vehemencia. Y no siempre el cliente tiene la razón. Coincido viendo el final de Lost cuando aparece precisamente en el mercado un libro del filósofo Jesús Mosterín que ofrece una visión crítica sobre la verdadera e inexistente relación históricamente sin comprobar entre las escrituras de los Evangelios y la vida y obra misma de ese tal Jesús de Nazareth. ¿Si nadie reclama la veracidad del Nuevo Testamento, por qué habemos de reclamarle a los guionistas de Lost por varios cabos sueltos en el desenlace final de la serie? Lost es solo tv, aunque se parezca a otras cosas. Para quienes no creemos en casi nada y queremos creer en cualquier cosa, el final de Lost fue emotivo y hasta un alivio. Tiene que haber algo más allá. Por lo menos nuestros seres queridos deberían estar esperándonos. ¿O no?

CINCO
Lost no podía tener un final que nos dejara satisfechos a todos. Además: ¿era lo más importante el final? Probablemente, no. Como con una buena canción. Lo mejor no está en el final. El final fue lo de menos. Incluso puede ser lo peor y no importará. Pero me gusta buscar en mí mismo un explicación más profunda o retorcida a mi adicción y fascinación natural por la serie y lo encuentro en una nota del escritor chileno Alvaro Bisama cuando escribió en la revista Qué pasa en febrero pasado: “Lost siempre trató de padres e hijos. De lo que los padres les hacen a sus hijos. De esos desastres. De hijos a la deriva que son sacrificados y asesinados por sus padres en una isla, pero también a lo largo del mundo. Lost trata de la venganza de los hijos sobre los padres mientras intentan no convertirse en esos monstruos prefigurados por ellos”. Me parece un significativo descubrimiento brillante. Continúa Bisama: “Al final de la quinta temporada un acólito asesina a su dios. Es Abraham rebelándose contra Dios pero también una metáfora brutal –filmada con una fruición algo gore- de cómo un hijo levanta la mano contra la ley injusta del padre, como si en ese gesto de rebelión hubiera una catarsis, una promesa inútil de futuro, de la vida que vendrá”. Re-veo algunos capítulos después de haber leído lo anteriormente escrito por Bisama y me sobrecojo. Allí estoy yo y todos los tipos de padre que soy con mis hijos; los padres que son mi padre conmigo. Eso es Lost para mí.

SEIS
Lost es una historia sobre el amor y el odio, el encuentro y la pérdida, la venganza y el perdón a tus padres. Sobre el paso del tiempo. Sobre deja-vus y muertos vivientes. Sobre el sentido de nuestras vidas en este planeta o donde sea. Sobre la soledad. Sobre la redención. Sobre una mujer que mata a una madre después de dar a luz y le pide perdón. Sobre un hijo que mata a su madre por la espalda y llora. Sobre hermanos gemelos que se odian y sufren. Sobre las preguntas sin respuestas. Sobre la necesidad de creer en lo increíble, en dioses y demonios, en cuentas regresivas y bombas H. Lost es una sobredosis de teleserie inquietante y fastidiosa, una obra perversa y bella sobre las relaciones humanas y sus miserias. Un embrollo sin principio ni fin. Si nunca la vieron podrán seguir sin notar nada raro en sus vidas. Si se atreven ahora, aunque sepan el final, no la podrán dejar después de varias centenas de horas de recorrer un laberinto sin salidas ni respuestas. De eso se trató Lost, también, de buscar lo que no has encontrado aunque no sepas qué es.-

sábado, 29 de mayo de 2010

ANTES DE QUE CUENTE DIEZ

“Puedo escribir y no disimular /es la ventaja de irse haciendo viejo/no tengo nada para impresionar /ni por fuera ni por dentro”. Hace algunos años escribir para mí era un placer. Una escapatoria. Luego fue un trabajo y después un castigo. Ahora vuelvo al comienzo. Convertido en un Dr. Jakyll y Mr Hyde que de ratos, incluso años, supo espantarme a mí mismo, pero que hoy parece estar bajo estricto control médico y espiritual. Queriendo creer que es esta la versión de uno que más apreciaría ser. No siempre, pero sí la mayor parte del tiempo. Lo cual es suficiente. Nunca me quise tanto como para soportarme todo el día. Volver a escribir es como volver a poner rumbo hacia mi esencia -que no sé cuál es- , acercarme, espero lentamente y cada vez más, al final. Sabiendo que ya estoy en la segunda parte del partido y sin alargue. Pero con menos dramatismo y sin presión. ¿De qué escribir y por qué? No lo sé, tal vez sobre seguir cuestionándose todo, porque como alguien escribió en algún muro, cuando encontramos las respuestas, nos cambiaron las preguntas. Y también escribir para disfrutar sin prejuicios , y escribir sin pensar dos veces lo que escribiré. Quiero escribir para encontrar todo lo que perdí y contar todo lo que gané y no me doy cuenta. Para tratar de disimular que soy un ermitaño, un mercenario sensible, un hipócrita idealista, una estadística anónima, otro más que está solo frente al papel en blanco o frente a todo lo que nos rodea. Que no sólo corre por llegar a sus resultados en el trabajo o para darle de comer a sus hijos. Para, como buen ateo que busca ser agnóstico y que desearía un motivo para ceer en un más allá mejor, hablando con uno mismo tal vez algún día pueda hablar con algún dios... No sé donde se me torció el camino y dejé de escribir para volver ahora. Siento que no tengo el tiempo suficiente como para intentar descubrirlo ya. Sigo escuchando la misma canción con la que abrí este blog, estas columnas, este diario que solo prometo intentar no abandonar. Sólo intentarlo. “Me perdí en un cruce de palabras / me anotaron mal la dirección / Ya grabé mi nombre en una bala / ya probé la carne de cañón.” Aquí vamos otra vez.