domingo, 27 de noviembre de 2011

LOS AMIGOS

La felicidad se disfraza de formas curiosas. Ayer se transformó en un correo electrónico de un viejo amigo.

Los amigos que uno deja de frecuentar, de llamar, de escribir, son como pedazos de uno mismo desparramados por ahí. Y cuando uno está en la mitad del túnel o aún más, es preferible intentar pegar esos pedazos que quedarse con los huecos en el alma y la piel. Yo me había pasado el sábado enterito buscando por internet a un viejo amigo, incluso le escribí a varias mujeres francesas, con el mismo nombre de la que creía era aún su pareja, sin suerte. Y ayer la alegría se transformó en mail y mi amigo me escribió, precisamente, después de cinco, seis, siete años de silencio y me dijo que estaba en ese momento de su vida juntando pedazos de sí mismo que habían quedado desparramados… Y ahí me di cuenta de que se trata la amistad: de ser pedazos que otros ponen en su lugar y en su propio cuerpo para tapar sus agujeros de tristeza, soledad, aburrimiento, amor. Los amigos son piecitas de un puzzle que a veces encaja tan bien y otras veces se pierden y no sabemos dónde ni por qué no las buscamos más.

Pienso en mis amigos mucho más de lo que ellos mismos podrían imaginarse. Y ayer después de ese mail pensé en como uno se pasa la vida con ellos: primero intentando pasarlo bien, luego averiguando qué hacer con ella gastándola en algo que ojalá nos apetezca, para terminar buscando cómo sobre sobrevivirla de la mejor manera posible antes que el juego tintinee un game over irreversible. No more insert coin para encender la máquina. En el medio: nos amamos y desamamos con tanta pasión o frialdad como jamás lo imaginamos. En el medio está todo eso que llamamos la vida.

No sé si yo me eligiría a mí mismo como amigo mío. En realidad, probablemente, no. Soy un ermitaño de difícil comprensión que se crió tan solo que se acostumbró a ello: una característica poco propensa para la amistad. Mis amigos, por ende, no deben ser tan perfectos para haberme elegido en algún momento de descuido en sus vidas. Los quiero porque algo de ellos admiro en cada uno de sus seres. A veces más, a veces menos. Con más dolor y con más felicidad. Con más calma y con más arrojo. Con más y menos dedicación, sabiduría y paciencia. No hay garantía emocional par la amistad y a veces cae por su propio peso y desaparece sin dejar rastro. Otra veces sobrevive como un sinsentido más del universo.

Hace como cinco o seis años empecé a buscar a mis amigos desparramados. Fue cuando me enteré de casualidad que un infarto desplomó para siempre a Raúl, en su casa de Aires Puros, el día del cumpleaños de su nieto. Fue un impacto de dolor seco, que aún me hiela la mirada. Tenía los mismos años que tengo hoy yo. Los vivos siempre sufrimos más que los muertos (al menos eso es lo que suponemos ) y no sabemos qué mierda hacer con la culpa, con el tiempo perdido y con las palabras nunca dichas y todo eso. Con algunos otros muertos en mi espalda, me di cuenta que el orgullo era un tarado que vivía en mí, a costas mía y sin pagar los impuestos. Les aseguro que no hay nada más gratificante que asesinar a sangre fría esa parte de uno que uno detesta cada mañana. Ese día comencé a recordarles (y recordarme) a mis amigos perdidos cuánto los echaba de menos y cómo los necesitaba. De una manera menos rebuscada, intenté que volvieran a ocupar esos espacios vacíos que sus ausencias habían dejado en el rompecabezas de mi propia vida.

Ayer encontré el último pedazo desparramado y armé el puzle completo por primera vez en muchos años. Mi corazón se convirtió en una montaña rusa de sensaciones rozando la cursilería de esta columna empalagosa: la felicidad, también puede tener forma de correo electrónico y de blog. No es el envase ideal, pero ayuda cuando uno se siente que está agotado de esperar –tan cerca, tan lejos- el final. Ahora tengo la certeza que mis amigos andan por ahí: en Madrid, Santiago, Montevideo, Marsella, Barcelona… Cargan, como pueden, como saben, como les dejan, con sus vidas. Espero, es más, añoro profundamente que deambulen por ahí con un pedacito de mí mismo a cuestas. Como una pieza más de su rompecabezas.

Mis amigos, como yo, aparecen y se desvanecen de nuestro día a día, como las luces locas de una carretera llena de coches desquiciados. No es exactamente la vida que nos imaginamos, pero da igual. En medio de este correr hacia algún lugar me acabo de dar cuenta que, entre otras cosas y en medio de este respiro, aún le debo algo a todos ellos, una palabra: gracias.-

(para Raúl, Fernán, Alfonso, Aldo, Ismael, Alejandra, Enrique, Alfredo, Marcelo, Pablo, los que me olvido y los que vendrán)

jueves, 24 de noviembre de 2011

25 Años de Montevideo Rock I, LA ERA DEL CASSETTE (segunda y última parte)


TRECE - Deben haber pasado miles de otras cosas durante todo el año 1986. Entre ellas, el premio Nobel de la Paz para Desmond Tutu en una Sudáfrica aún con el apartheid en firme y Ronald Reagan y su Irangate. Pero yo me acuerdo de algo por sobre todos los acontecimientos: el Mundial 1986, con Borrás y Ruben Paz sentado en el banco. Con Alzamendi y el gol a los alemanes. Con la humillación a la que nos sometió Dinamarca y aquel 6 a 1... Me acuerdo de las tardes perdidas frente al televisor y la sombra intrusa que se estampaba en el césped del Estadio Azteca en las trasmisiones que ofrecían a un Diego Armando único, imparable, endiabladamente genial e inigualable.

CATORCE – Estamos en el Sábado 22. El hombre sube con una máscara que recorta su pelada y corona ese cuerpo de yonqui en medio de la escapatoria imposible de las agujas. Luca Prodan es el front man de una aplanadora musical que es mucho más que una banda de rock en medio de aquellos años de plástico y post-punkies: es una mezcla musical sin claros límites estilísticos definidos, con ásperos vértices musicales y distorsiones, spanglish y gaitas, reggae esponjoso y letras surrealistas. Sumo es lo mejor del festival. Y nadie queda indiferente.

QUINCE - El tipo se llamaba Walter Di Giusti. Asesinó el 7 de Noviembre de 1986 a la abuela y la tía de Fito Páez. El rosarino sube al escenario de Montevideo quince días después. Balbucea algo así como: “me siento medio raro” y estrena la inédita “Ciudad de pobres corazones”. Es un show brutal. Es un Fito al borde y que se transforma en un nuevo Páez, oscuro y visceral, anfetamínico y apocalíptico, envuelto en una performance removedora y emotiva.


DIECISEIS -
Eran los únicos que podían dar un broche de oro a este ascedente sprint final del sábado. Amparados en una bien ganada credibilidad de hortodoxia rockera a prueba de modas y caídas en desgracia circunstanciales, Los Estómagos aguijonean a la multitud con el pogo solitario de Peluffo y la muralla sonora de la guitarra de Parodi. Su militancia rockera dicta sentencia de inmediato y la misa pagana se promulga bajo el coro de “Fuera de Control” o “ Cambalache”. “Quiero morir esta noche” gritamos con más vida y energía por delante que nunca.

DIECISIETE - En abril, los tupamaros solicitaron formalmente ingresar al Frente Amplio. Mientras en la coalición se lo pensaban, el domingo 23 de Noviembre, Guerrilla Urbana y su tema “Razzia” ganan el concurso impulsado por la IMM como mejor grupo de rock y mejor canción inédita. El intendente Jorge Elizalde es abucheado al momento de subir a entregarles el reconocimiento.

DIECIOCHO - Toca La Tabaré y, sobre todo, es una tarde heavy con momentos ruidosos y memorables por parte de Acido, Cross, Alvacast… No recuerdo haberlo visto en persona, pero la mitología urbana cuenta que alguien amenazó desde el escenario con tirar abajo la torre del sonidista argentino si no mejoraban las condiciones para nuestras huestes metaleras. Abriéndose la noche, es el tiempo para el pop de ambas orillas con una sólida presentación de Zero amparado en su hit “Riga” y del profesionalismo impecable pero gélido de GIT. Otra leyenda cuenta que Willi Iturry termina a golpes con su stage manager.

DIECINUEVE - Hago entrevistas para la revista que me contrató. Entrevistas que nunca publicaré porque la publicación quebraría. Ricardo Musso, guitarrista del Cuarteto de Nos consultado sobre el futuro responde: “El futuro está atrás”.

VEINTE - “Estamos mal /Estamos Mal /Estoy aburrido”, canta Neoh 23 en algún lugar y retumba en todo el país. Un estudio oficial arroja que el 75% de los adolescente de no se sabe qué liceo escuchan rock nacional. Berch y Aram Rupenián, Radio Mundo, el hoy diputado Abel Duarte y su Musicalisimo y la movida tropical siempre firme -que aún no paría a la nueva generación como Karibe con K, entre otros- lo ignoraban olímpicamente o se hacían cargo de mostrarnos otra realidad, otro Uruguay joven tan o más real y “silenciosamente” activo que nunca puso un pie en la Rural rockera.

VEINTIUNO - Oscar Larroca fue prohibido en una exposición en la Intendencia Municipal de Montevideo. Los rockeros no entendemos (casi) nada de arte pero nos cae simpático. Larroca habla del rock local en la prensa de la época: “Lo que dificulta la imagen del rock son las roscas comerciales que hay detrás”.

VEINTIDOS - Gustavo Verdesio, con sus intensidad académica imbatible a cuestas, escribe: “No podemos dar la espalda a estos jóvenes, apocalípticamente, ubicándonos en u inmerecido pedestal, desde el cual impartimos dudosa cátedra. Es necesario investigar las causas de este fenómeno en lugar de condenarlo, comprender y no negar, en suma: adoptar una actitud lo mas científica posible”.

VEINTITRES - Cocacola y rock and roll. El underground siendo parte del sistema como siempre y sin darnos cuenta. La ingenuidad a flor de piel. El esfuerzo y encanto amateur frente al profesionalismo cruel. La juventud egoísta y ciega a flor de piel y el placer de la ignorancia de no aceptar que había que equivocarse y caerse mil veces para seguir avanzando. Mata a tus padres. Lo quiero todo y lo quiero ya. Que me pisen-estamos mal-fuera de control-no estoy loco-bailando en la oscuridad-quiero puré. El no future que en realidad será un futuro más o menos nuestro o ajeno o en manos de otros y qué más da. La inigualable sensación de libertad a pesar de todo y de todos. Me quiero ir y me quiero quedar, no aguanto más viviendo en Uruguay. Eso, tanto y tan poco fue, también, Montevideo Rock I. Tanto y tan poco: nada más.


VEINTICUATRO -
Juan Casanova lleva una barba liviana y la misma campera beige que vestía en el Teatro de Verano unos días atrás, cuando tuvo que escapar entre la multitud tras cantar algunos de los temas excluídos y censurados del “Montevideo Agoniza”. Estamos en un baño haciendo, entre otras actividades, una entrevista. Nos sentimos parte de la historia. Parte de algo. Parte del comienzo de un final. Juan tiene un carisma inquietante. Dice sus canciones con una mezcla perfecta y explosiva de elegancia, desprecio, furia y resentimiento. Nattero es como un Mick Jones vernáculo, a veces cristalino en sus riffs, a veces sucio y barriobajero. Dana y Bourdillón son la base rítimica perfecta del nihilismo cerril hecho banda post punk. Sus canciones son cápsulas de tres minutos que impactan en el centro del cerebro adolescente y juvenil de aquellos días con una efectividad milimétrica. Su presentación, en duda tras los incidentes del show en el Teatro de Verano del 24 de Octubre, cierra Montevideo Rock con una certeza brutal: son un grupo de individuos en el momento y el lugar perfecto, unidos por un momento único de ebullición creativa, caminando entre el caos y la gloria efímera, al borde de un precipicio artístico y sin red, en medio de un entorno hostil y perplejo. Artísticamente, probablemente, disfrutamos de un grupo y un show en su mejor momento, en su estado ideal de primitivismo, ingenuidad y mayor pureza.

VEINTICINCO - Entrevista a Rosana, 14 años en Noviembre de 1986
- ¿Trabajás o estudiás?
- “No hago nada.”
- ¿Por qué viniste a Montevideo Rock?
- ….
- ¿De donde sos?
- “De Pando”
- ¿Qué perspectivas tenés del evento?
- “Nada”
- ¿Y de tu futuro?
- “Nada”.-

miércoles, 23 de noviembre de 2011

25 Años de Montevideo Rock I, LA ERA DEL CASSETTE (primera parte)


UNO - No fue un viernes como cualquier otro. Fue el viernes 21 de Noviembre de 1986, primera jornada del festival. Parafraseando a aquella mítica revista española, Ruta 66 (de páginas en blanco y negro, por supuesto): eran tiempos de rock and roll. Tenía 19 años recién cumplidos. Estaba en medio de mi “fin de semana perdido” que duraría un par de años más… Malos tiempos para la lírica, peores para el estudio y el orden familiar. Pelos rapados, camisetas raídas, pantalones ajustados a los tobillos, viejos sobretodos del abuelo y largas, muuuy largas caminatas desde Aires Puros, con escala en el departamento de Alfonso Rodríguez y su heladera semi vacía en el Parque Posadas hasta el Prado. Objetivo habitual: el liceo Bauzá. Objetivo actual: La Rural del Prado, Montevideo Rock I, primera jornada. Viernes 21.

DOS - Había comprado la entrada para ese primer día. Dentro del recinto logro acreditarme para la revista Mediomundo. Nadie la conoce, pero nadie pregunta nada. Amenaza de lluvia. Música indescifrable en el escenario B. En el escenario principal, a las viejas del Cuarteto de Nos no les importa nada ni nadie y sacuden al personal.

TRES - Unos días después, Raúl Forlán Lamarque escribió en el semanario Jaque: “Policías y más policías en la Rural del Prado. Entre un jadeante collage de raros peinados nuevos, policías justificando quizás el nuevo éxito de Los Tontos. (…)La imagen se repetirá, a modo de irritante anáfora, los días sábado y domingo. Me dice un colega radial: ‘Parece un presidio con reclusos adolescentes’ Tiene razón, pienso. Nadie parece confiar en los jóvenes. ¿Por qué?”

CUARTO - Primera sensación del evento: hay mucha gente, mucha policía y mucha Coca Cola, sponsor oficial del festival. Por los altorparlantes suena la misma música que escuchamos los fines de semana en “Concierto al Sol” de Emisora del Palacio o que vemos los sábados por la noche en “Video Clips” de Canal 5. No conocemos MTV. Ni internet. Ni los teléfonos celulares. Ni siquiera hemos visto eso que llaman compact disc. Somos una generación que piratea los vinilos a cassettes.

CINCO - Las estrellas internacionales del sábado son La Torre con su hard rock de efeme y Paralamas Do Sucesso. A los brasileros los corre una lluvia traidora que azota Montevideo. Todo festival de rock que se precie de tal debe tener su momento de barro y caos climático, pienso. El grupo de Herbert Vianna no toca. Fernando Cabrera, programado para ese día y con apuesta rockera, lo hará el domingo. Nadie protesta demasiado. La guerra de barro no está tan mal.

SEIS - Rewind del calendario: en Noviembre de1986 no habían nacido ni Luis Suárez ni Lionel Messi. Fernando Muslera se aprestaba a cumplir 6 meses atrapando mamaderas en el aire. También daban sus primeros alaridos entre pañales Lady Gaga, Robert Pattinson, Megan Fox, Rafael Nadal y Usain Bolt. Fue el año en que murieron Jorge Luis Borges y Juan Rulfo. El año que mataron a Olof Palme. El año que se accidentó fatalmente Cliff Burton de Metallica. Cuando Cary Grant pasó a ser inmortal en el celuloide definitivamente. José Mujica llevaba año y medio en libertad. Tabaré Vázquez era Presidente…del Club Atlético Progreso y desde 1979. Un mes después de Montevideo Rock I, la madrugada del 21 de Diciembre, el gobierno de Julio María Sanguinetti lograría aprobar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado con los votos del sector liderado por Wilson Ferreira Aldunate. No pocos lo consideraron un estadista. Otros, un traidor. El cáncer no le daría otra oportunidad.

SIETE - Sábado 22 de Noviembre. Sigue el concurso de nuevos artistas impulsado por la Intendencia Municipal de Montevideo, otro de los sostenedores del festival. Toca una banda llamada Guerrilla Urbana. Tussi, el vocalista, es un Johnny Rotten en desarrollo pero en nuestro idioma y con los mejores textos de canciones que haya descubierto hasta la fecha. Atemoriza a todas las hermanas menores del barrio. A mi me encantan.

OCHO - Para los que piensen que todo tiempo pasado fue mejor, ya en el año 86 existía Chayanne con su álbum Sangre Latina. Sonaba todo el día Bon Jovi con “Slippery When Wet” y Europe con “The Final Countdown.” Eran tiempos de Sting (“Bring on the Night”), The Smiths (“The Queen is Dead”), Van Halen (“51 50”), Metallica (“Master of Puppets”), Madonna (“True Blue”) o Depeche Mode y su “Blank Celebration”. Peter Gabriel nos aplastaba con su gran obra maestra, “So”. Run DMC marcaba línea a seguir con “Raising Hell”. Y en el hemisferio latino no todo era “Oktubre” de Patricio Rey o “Signos” de Soda Stereo, antes que cayera en su abismo personal Fito Páez había lanzado “Corazón Clandestino” y Los Encargados apoyaban el mítico “Silencio.” Mecano vendía millones con “Entre el cielo y el suelo” y el Ultimo de la Fila apuntaba al mainstream como la gran banda pop española de culto con el sensacional “Enemigos de lo ajeno”. Más Cindy Lauper, más The Cure, más Whitney Houston…

NUEVE - Sábado. Escenario B. Calor asfixiante. Toca Níquel con Estela Magnone en los teclados. Legiao Urbano, los míticos paulistas, deleitan a los pocos entendidos en el escenario principal. Tiempo después me peleo con mi amigo Raúl Forlán Lamarque que escribió en Jaque: “Excelentes instrumentistas, pero nada más”. Un par de años más tarde, llega al estudio del Sodre, cuando con Aldo Silva hacíamos el programa Ultima Generación, Andrés Sanabria Blanco. Era fanático del rock brasilero. Y la persona que más sabía de Legiao Urbana fuera de Brasil. Forlán ya había admitido que Renato Russo era un adelantado a su tiempo. Raúl también lo fue.

DIEZ - No existía la revista GAS Subterráneo, pero por ahí debían andar, entre el público: Fernán Cisnero, Pedro Dalton, Gerardo Michelín, Sandra Viscuso y Jorge Bonomi. Y probablemente Gabriel Peveroni y el germen del fanzine “Cable a Tierra”. Y Gustavo Escanlar y su idea de la revista “Suicido Colectivo”. Todavía no nos conocíamos. Pero ahí estábamos todos los que teníamos que estar. Menos de los que hoy dicen haber ido. Pero unos cuantos.

ONCE - Sigue la música. Los Tontos no dejan títere con cabeza y su función es perfecta. Poco menos de un año y medio más tarde el público los bajaría a pedradas e insultos de Montevideo Rock II. Pero en Noviembre del 86, Renzo Teflón, Calvin Rodríguez y Trevor Podargo, eran aún los más populares y queridos en el barrio.

DOCE - Habían anunciado a Siouxsie & the Banshees pero nos llegaron los Valija Diplomática desde Chile. Happy pop simpaticón y con un hit insoportablemente pegadizo: “Mi vida vale más”. Ocultan sus simpatías políticas de centro-derecha, Los Tontos los presentan y son un moderado éxito. Los otros invitados chilenos son el grupo Los Prisioneros, acérrimos opositores a la dictadura chilena, y el combo más popular al otro lado de la cordillera. Acaban de lanzar su álbum “Pateando Piedras”. Un par de meses antes, la mala puntería es la protagonista en el fallido atentado a Pinochet. El general recrudece la represión en los últimos años de su gobierno que decaería recién cuatro años más tarde.
(Continúa mañana…)

viernes, 22 de abril de 2011

Viernes Santo, LOS HUESOS DE LOS BESOS

Soy realmente tonto, pero me acabo de dar cuenta de algo. Y no gracias a mi talento, sino porque un anciano conversador que esta mañana viajaba junto a mí así me lo hizo ver. Estábamos en la esquina del vagón del metro camino a mi trabajo y juntos, tras su ánimo investigador, lo descubrí. Al llegar a la estación Baquedano, donde Santiago se parte en dos según afirman los sociólogos de café, una mujer le dió un beso bien húmedo a un hombrón, miró su reloj y desapareció por la puerta sin mirar atrás. El la despidió con una sonrisa que ella nunca respondió. Dos paradas más tarde, subió una señora que conocía a ese mismo hombre y lo saludó con un beso en la mejilla. Un beso sobre otro. Entonces el anciano me hizo ver acerca de la estúpida estadística que hoy desvelo: hay demasiados besos para tan pocas personas. Y si bien lo políticamente correcto sería decir que eso está bien, no me parece aquello, insistió el viejo. Tanto beso repartido y tanto dolor. Tanto beso esparcido y tanta guerra. Tanto beso otorgado es sinónimo de harta hipocresía. Definitivamente, pensé, no existe una proporcionalidad correcta entre los besos y el amor; los besos y el respeto; los besos y el placer; los besos y la felicidad. Y la culpa, como dice la canción, es porque los besos no tienen huesos. O porque los huesos de los besos no existen. Y, entonces, la aparentemente inofensiva acción de besar no deja huellas. Es impune. No deja rastros. No deja pistas. Solo marcas emocionales. Nada enjuiciable al momento de rendir cuentas. Si es verdad que la imperdurable voluntad destructiva de la especie humana tiene alguna posibilidad de revertirse, no lo vamos a solucionar simplemente con un besito más, se despidió el viejito en la estación Manuel Montt. Parecía agregar a la distancia: no estoy diciendo con esto que los golpes sean mejores que los besos ni que cambiemos caricias por patadas. Pero piénselo. No confiemos en todos los besos del mundo. Al menos sabemos qué esperar de aquel que nos dio un golpe doloroso. ¿Sucede lo mismo con quien nos acaba de besar? ¿Cuál es la estrategia final de los besos perdidos? Si ese beso que inauguró aquel amor o sezgó tantas vidas, hubiera dejado un testamento óseo, tal vez el forense encargado de investigar el caso, los crímenes del desamor, y tantas otros dilemas, podría resolver algo. Es verdad que otros dejan miles de pruebas tras sus fechorías y nadie los castiga. Pero ese es un problema de la Justicia, no de los besos o de las patadas. Sin embargo, ahí están sus marcas. A la vista de todos, aunque no sean juzgadas ni castigadas. Con los besos uno nunca sabe en quién confiar, entre otras razones, porque los huesos de los besos no existen. Y así los ósculos pululan impunes y multiplicándose. Y hay tantos y de tantas especies. Los que te dan la vida y los de la despedida. Los que te dan asco o placer infinito; los de los dientes sucios y los de lengua; los calientes, los secos o los jugosos; los que tienen sabor a tabaco, a menta, a cerezas, a cerveza, a chocolate, a mierda, a huevo podrido… Como hay tantos besos como balas, hay más besos que personas y hay más besos que golpes y todo sigue igual de mal o peor en este mundo, no es de extrañar que a alguien se le ocurra prohibir los besos arguyendo que, al menos, el odio es más simple que el amor, una buena zurra más concluyente que un besazo profundo. No promulgo eso, aclaro. Solo que los besos no son tan santos como un hippie de la nueva era lo reclamaría mientras aplaude a McCartney en su butaca de quinientos dólares. Y cuidado, porque ya sabemos que el odio es sabio y viejo zorro; responde hábilmente a cualquier estímulo sin demasiado raciocinio de por medio y sin preguntar por qué existe, zás!… te deja su marca. Su hueso. Su huella del crímen. A todo esto, con los besos, tratar de descubrir cuáles de ellos son los buenos y cuales los malos es cada día más difícil. Mientras tanto, el odio se camufla de ajuste fiscal o de política de estado; de teoría económica o de ajuste de personal; de tortura y de abrazo fraterno; y hasta de amor incondicional. El odio incluso se disfraza como el mejor beso del mundo. Un beso lleno de odio. Como el peor beso de entre todos los besos: el beso traidor. Sino, en este viernes santo, pregúntenle a Jesús por ese tal Judas y su último beso. El beso más famoso de los últimos dos mil años.-